Caquis y persimon

Paseando por Granada, tras dejar atrás el paseo de los tristes, se encuentra un palacete ajardinado que en la actualidad alberga el Archivo de Granada y que depara al visitante observador un encuentro inesperado, al menos lo fue para quién escribe.

Entre la densidad arbórea del jardín se encuentra un árbol de cuyas ramas únicamente cuelgan unos frutos anaranjados del tamaño de un pelota de tenis, el caqui.


El caqui es un fruto invernal del que se presentan tres especies, el caqui virginia, originario de América del Norte, de un tamaño similar a la ciruela; el sapote negro, autóctono de México y el caqui chino, el que se suele encontrar en los mercados desde hace algunas semanas. Aunque la variedad más comercial es el persimon, que no es otra cosa sino un caqui recolectado prematuramente.

Es una fruta dulce con poco ácido, de carne naranja y ausente de semillas o con escasa presencia de éstas; su aroma recuerda a la calabaza. Una de las características del persimon es que no llega a madurar en el árbol por lo que no es astringente, peculiaridad que en la antigua China se evitaba enterrando los frutos en cuencos de barro bajo tierra húmeda.


En Norteamérica es usual el uso del caqui en cocina como sustituto de la manzana, lo que ha dado lugar a recetas que lo asocian con postres, especialmente budín y bizcochos.

Sin ir más lejos cabe destacar que el caqui es adecuado para incorporar en dietas diabéticas, dado que aunque es dulce, sólo contiene un 14% de glucosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario